martes, mayo 15, 2007

Una amputación cultural: cierra sus puertas la librería Monte Ávila del Complejo Teresa Carreño

Tal vez como un preludio a cuando quieran estos revolucionarios de sexto grado apuradito cumplir sus amenazas y ponerle al complejo Teresa Carreño el nombre de Alí Primera (o Carlos Marx que acentuaría nuestra obsesión habanera), la librería Monte Ávila del Teatro Teresa Carreño cerró sus puertas el pasado 8 de mayo, según leemos en un mail del responsable de dicho local, Ángel García...

Todavía no hay explicaciones, pero de antemano se reviste de la materia con la que estan hechas muchas de las cosas que hace la gente de cultura del gobierno revolucionario.

Hagamos repaso de dos de las principales excusas de amenazas a instituciuones culturales:

¿Será que no daba los niveles de ganancia adecuados? Nos extrañaría este razonamiento en un gobierno socialista, el gobierno revolucionario debería apoyar los poderes creativos del pueblo soberan subvencionando hasta en la quiebra a este tipo de entes.

¿Será que era elistesca? Realmente falso, sobre todo si se considera que era una referencia fija para quienes buscaban textos habitualmente incluidos en los programas de lengua y literatura de colegios y liceos o en los programas universitarios y que como Piedra de mar -Francisco Massiani-, Cubagua -Enrique Bernardo Núñez-, El mago de la cara de vidrio -Eduardo Liendo-, Comunicación y cultura de masas -Antonio Pasquali-, Ifigenia y Memorias de Mamá Blanca -Teresa de la Parra- pertenecen al magnífico catálogo que ha amalgamado por años Monte Ávila.
Incluso, el agradable segundo nivel de literatura infantil, hacía que muchas veces los fines de semana, los niños, que habitualmente apenas si encuentran refugio libresco en el Banco del libro, se acercaran a adueñarse de este espacio.


Aunque no sea más que una hipótesis, nos aventuramos a pensar que puede ser un capricho más de Francisco -que insiste, con pueril terquedad, en que le digamos Farruco- Sesto Novás, nuestro ministro del poder popular para la cultura.

Para esto debemos comentar que el ministro Sesto se ha publicado par de libros mientras ha ocupado el cargo y que con entusiasmo, a través del semanario Todos adentro, nos comenta que esta revolución es tan democrática que hasta los ministros pueden publicar (¡Vaya giro al tráfico de influencias!).

También que en las llamadas librerías del Sur, en lugar de los libros de nuestros grandes poetas, como Cadenas y Montejo, los mesones y anaqueles de este género los encabeza... ¡Correcto! Francisco Sesto Novás. Podría alguien pensar que de repente esto no es producto de una orden directa sino de adulones que desean congraciarse con su jefe máximo. Nosotros acotamos: la adulonería es cultivada siempre, directa o indirectamente, por pensamiento, palabra, obra u omisión, por el receptos de los halagos.

Pues, sírvanos la última línea para enfocar nuestro punto de vista: por negligencia o participación directa, Francisco Sesto Novás ha oficiado como amputador de ese maravilloso reducto que era la librería Monte Ávila.

¿Qué va a montar ahora, ministro popular? ¿Un mercal de libros?

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