Una relación peligrosa: nuevo caso de vínculo de narcotráfico y fútbol en Colombia
"El fantasma del narcotráfico vuelve a rondar el fútbol colombiano tras el anuncio de las autoridades de que Óscar Ignacio Martán, directivo de la federación de balompié y principal socio del club Cortuluá, tiene vínculos con el líder del cartel de la droga Norte del Valle.
Martán se mostró sorprendido el martes tras el anuncio de que es investigado por su relación con Carlos Alberto Rentería Mantilla.
"A mí me extraña, porque nos ha vigilado siempre la superintendencia de Entidades, la Fiscalía, Coldeportes. Estamos registrados en todos lados y me sorprende mucho" la noticia, fueron las primeras expresiones de Martán.
"Nunca habíamos tenido ningún problema de esta naturaleza, aquí en Tuluá todo el mundo se conoce con todo el mundo, pero para nada" tuve negocios con Rentería, aseguró Martán.
Sin embargo, poco después renunció a su puesto en la directiva de la federación, una decisión que aceptó de inmediato el presidente del organismo, Luis Bedoya.
También cedió todas sus acciones del Cortuluá, el equipo de los amores del ex astro Faustino Asprilla.
Martán afirmó que rompió todo vínculo con el fútbol colombiano, para no afectar su imagen.
Una antigua novela
El caso del Cortuluá es el capítulo más reciente de una novela que se remonta a la década de los años 80.
El otrora poderoso América de Cali, finalista en cuatro ocasiones en la Copa Libertadores, fue el primer equipo colombiano en figurar en una lista del gobierno estadounidense de empresas vinculadas con dinero del narcotráfico.
Los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, ex líderes del Cartel de Cali y hoy presos en Estados Unidos, hasta hace poco controlaban al América. En los últimos tiempos el equipo ha ido en picada económica y deportiva, a tal punto que apenas tiene dinero para pagarle a sus jugadores.
La primera denuncia pública sobre la penetración del narcotráfico en el balompié colombiano la formuló en los años 80 el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, luego asesinado.
Lara Bonilla reveló que el capo José Gonzalo Rodríguez Gacha era el dueño de Millonarios de Bogotá, uno de los equipos grandes del país.
Guillermo Gómez Melgarejo y Edmer Tamayo fueron asesinados en la década de los 80 cuando ocupaban la presidencia de ese club, mientras que César Villegas, dueño del Santa Fe de Bogotá, también fue ultimado a balazos en enero de 2002 en un caso no esclarecido.
El fenecido líder del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, tenía intereses en el Atlético Nacional de Medellín, campeón de la Copa Libertadores de 1989, y Eduardo Dávila, propietario del Unión Magdalena, estuvo en la cárcel por delitos vinculados con el trasiego de estupefacientes.
El gobierno ha tratado de sanear el fútbol con una serie de medidas de control, pero periódicamente estallan escándalos de marca mayor.
La lista de asesinatos de dueños de equipos y futbolistas es frondosa, y las autoridades los han relacionados generalmente con el narcotráfico.
El árbitro Álvaro Ortega fue muerto a tiros en noviembre de 1989, a la salida del estadio Atanasio Girardot luego del partido Medellín-América --lo que motivó que la final del torneo fuese cancelada--, y el zaguero Andrés Escobar corrió igual suerte a su regreso del Mundial de 1994 a manos de "narcoapostadores", según las autoridades.
El Envigado, empeñado en mantenerse en primera división, sufrió este año el impacto del asesinato de su ex presidente, Octavio Alberto Velásquez Mejía, y de su propietario, Gustavo Upegui.
Upegui fue torturado y luego asesinado el 2 de julio en una aparente ajuste de cuentas entre paramilitares, según la fiscalía colombiana. Velásquez Mejía fue asesinado de 11 disparos el 25 de septiembre en una aparente lucha de paramilitares por controlar el negocio de las apuestas en el departamento de Antioquia, de acuerdo con las autoridades.
Otro presidente del Envigado, Arturo Bustamante hijo, fue asesinado hace varios años y posteriormente su padre, vinculado con la Federación Colombiana de Fútbol, corrió la misma suerte." (el nacional)
Martán se mostró sorprendido el martes tras el anuncio de que es investigado por su relación con Carlos Alberto Rentería Mantilla.
"A mí me extraña, porque nos ha vigilado siempre la superintendencia de Entidades, la Fiscalía, Coldeportes. Estamos registrados en todos lados y me sorprende mucho" la noticia, fueron las primeras expresiones de Martán.
"Nunca habíamos tenido ningún problema de esta naturaleza, aquí en Tuluá todo el mundo se conoce con todo el mundo, pero para nada" tuve negocios con Rentería, aseguró Martán.
Sin embargo, poco después renunció a su puesto en la directiva de la federación, una decisión que aceptó de inmediato el presidente del organismo, Luis Bedoya.
También cedió todas sus acciones del Cortuluá, el equipo de los amores del ex astro Faustino Asprilla.
Martán afirmó que rompió todo vínculo con el fútbol colombiano, para no afectar su imagen.
Una antigua novela
El caso del Cortuluá es el capítulo más reciente de una novela que se remonta a la década de los años 80.
El otrora poderoso América de Cali, finalista en cuatro ocasiones en la Copa Libertadores, fue el primer equipo colombiano en figurar en una lista del gobierno estadounidense de empresas vinculadas con dinero del narcotráfico.
Los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, ex líderes del Cartel de Cali y hoy presos en Estados Unidos, hasta hace poco controlaban al América. En los últimos tiempos el equipo ha ido en picada económica y deportiva, a tal punto que apenas tiene dinero para pagarle a sus jugadores.
La primera denuncia pública sobre la penetración del narcotráfico en el balompié colombiano la formuló en los años 80 el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, luego asesinado.
Lara Bonilla reveló que el capo José Gonzalo Rodríguez Gacha era el dueño de Millonarios de Bogotá, uno de los equipos grandes del país.
Guillermo Gómez Melgarejo y Edmer Tamayo fueron asesinados en la década de los 80 cuando ocupaban la presidencia de ese club, mientras que César Villegas, dueño del Santa Fe de Bogotá, también fue ultimado a balazos en enero de 2002 en un caso no esclarecido.
El fenecido líder del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, tenía intereses en el Atlético Nacional de Medellín, campeón de la Copa Libertadores de 1989, y Eduardo Dávila, propietario del Unión Magdalena, estuvo en la cárcel por delitos vinculados con el trasiego de estupefacientes.
El gobierno ha tratado de sanear el fútbol con una serie de medidas de control, pero periódicamente estallan escándalos de marca mayor.
La lista de asesinatos de dueños de equipos y futbolistas es frondosa, y las autoridades los han relacionados generalmente con el narcotráfico.
El árbitro Álvaro Ortega fue muerto a tiros en noviembre de 1989, a la salida del estadio Atanasio Girardot luego del partido Medellín-América --lo que motivó que la final del torneo fuese cancelada--, y el zaguero Andrés Escobar corrió igual suerte a su regreso del Mundial de 1994 a manos de "narcoapostadores", según las autoridades.
El Envigado, empeñado en mantenerse en primera división, sufrió este año el impacto del asesinato de su ex presidente, Octavio Alberto Velásquez Mejía, y de su propietario, Gustavo Upegui.
Upegui fue torturado y luego asesinado el 2 de julio en una aparente ajuste de cuentas entre paramilitares, según la fiscalía colombiana. Velásquez Mejía fue asesinado de 11 disparos el 25 de septiembre en una aparente lucha de paramilitares por controlar el negocio de las apuestas en el departamento de Antioquia, de acuerdo con las autoridades.
Otro presidente del Envigado, Arturo Bustamante hijo, fue asesinado hace varios años y posteriormente su padre, vinculado con la Federación Colombiana de Fútbol, corrió la misma suerte." (el nacional)
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