domingo, noviembre 19, 2006

Una reflexión de Alberto Barrera Tyszka sobre la intolerancia política

"Para el gobierno, la oposición no existe. Cada vez que se asoma, la golpean desesperadamente. Le tienen tanto miedo que, al parecer, ni siquiera están dispuestos a soportar un simple rumor, un presentimiento. Desde el principio de la campaña, el gobierno se ha empeñado en descalificar a la oposición, en no reconocer su presencia, en deslegitimarla incluso en un aspecto tan básico como la nacionalidad: Rosales no es Rosales, no es nuestro, no es uno de nosotros. Rosales es Bush.

Pero también hay un sector de la oposición que, por su parte, parece empeñado en desconocer la presencia y la legitimidad del candidato oficial.

Para ellos, el Presidente tampoco existe. No tiene popularidad, no ha hecho nada bueno. Chávez no es Chávez, no es nuestro, no es uno de nosotros.

Chávez es Fidel.

Dentro de este contexto, nada más emblemático que constatar cómo, hasta el momento, ninguno de los dos candidatos llama al otro por su nombre. Chávez habla del "aspirante a frijolito" y Rosales se refiere a "ese tipo". Más allá de cualquier estrategia publicitaria, estamos ante otro síntoma de la nueva cultura política que se desarrolla en el país. La diferencia ni siquiera se pronuncia. No se reconoce. No se acepta ni en el lenguaje." (el nacional)

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