miércoles, noviembre 22, 2006

Un artículo de Gustavo Roosen: Para aprender de la Historia

"Un encuentro conJames H. Billington, chairman de la Biblioteca del Congreso en Washington, deja, entre muchas enriquecedoras experiencias, dos lecciones básicas, una referida a la función del libro y de la biblioteca, otra al valor de la Historia.

Al frente de la mayor biblioteca del mundo, Billington define su misión no sólo en términos de hacer accesibles a los miembros del Congreso y al pueblo estadounidense los tesoros de saber contenidos en ella, sino de preservar para las futuras generaciones la herencia universal del conocimiento.

El patrimonio de la Biblioteca del Congreso alcanza hoy más de 130 millones de artículos ubicados en aproximadamente 530 millas de estantes, colecciones que incluyen más de 29 millones de libros --en 460 idiomas-y otros materiales impresos, 2,7 millones de grabaciones, 12 millones de fotografías, 4,8 millones de mapas, y 58 millones de manuscritos, la colección más grande de películas y mapas. Originalmente concebida como apoyo a la labor de investigación del Congreso, ha trascendido hasta constituirse en la más antigua institución cultural federal y en un símbolo universal del conocimiento.

Confirmando el aserto según el cual la historia de las bibliotecas ha estado vinculada siempre a la de las instituciones dotadas de algún poder --político, espiritual o intelectual-en el origen de la Biblioteca del Congreso están los nombres del presidente John Adams --su creador en 1800-y del presidente Jefferson, que aportó a la institución su rica biblioteca personal, resultado de más de 50 años de dedicación.

Como los templos son para la fe, así es la biblioteca para el saber: un testimonio y un llamado. La biblioteca proclama con su sola presencia el valor del libro, del documento, de la memoria, del conocimiento, de la transmisión del saber.

Consciente de los cambios introducidos por la informática en la difusión del conocimiento, la Biblioteca del Congreso define y asume admite sus nuevos retos: cómo mantener la cultura del libro en medio de la revolución de las comunicaciones y cómo poner a la disposición de dicha revolución su caudal inmenso de información por la vía de la digitalización. También en este campo la labor de la Biblioteca del Congreso es ejemplar. Su alianza con las más modernas técnicas de difusión de la información hacen bueno su propósito de convertirse en la biblioteca más interactiva del mundo.

Si Michael Hart, creador de la primera biblioteca digital y del Proyecto Gutemberg, podía decir que "la computadora personal ya se está convirtiendo en la biblioteca personal", la Biblioteca del Congreso puede afirmar que ha potenciado a niveles extraordinarios su función al desarrollar las posibilidades de la de la interactividad. Es la respuesta a su misión de preservar y difundir. De lo que se trata, en definitiva, es de rescatar la memoria, la sabiduría de la humanidad, y de facilitar el acceso a ella a través del libro o de cualquier otro soporte.

La promoción de la lectura se ha vuelto en la sociedad contemporánea una urgencia social. En una época de tanto ruido tecnológico-comunicacional y cuando la gente habla más de lo que lee, volver a la lectura resulta imprescindible no sólo para la formación personal, el disfrute de la palabra, la alimentación de la reflexión, sino para enriquecer la vida en sociedad, la de la familia, la del círculo de amigos, la del gremio profesional.

El énfasis de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en la Historia habla de la importancia que sus fundadores y sus continuadores atribuyen a la Historia como fuente de sabiduría, como registro de la memoria de la humanidad, como fuente de lecciones.

La lectura de la Historia debería conducir, por ejemplo, a desentrañar las simplificaciones dominantes en torno al tema de la pobreza, tanto la neopopulista que la atribuye a la usurpación de los ricos y la corrupción de los políticos y ofrece soluciones mágicas fundadas sólo en su sensibilidad social, como la neoliberal que la explica por las solas ineficiencias del mercado y, en consecuencia, diseña soluciones sobre la base de más y más mercado, desatendiendo ambas los problemas de fondo, es decir, los que tienen que ver con la educación, la familia, los valores, las instituciones que conforman un Estado moderno.

Una sociedad que recurre a la sabiduría de la Historia para crecer, llega más lejos y con menos tropiezos que la que se empeña en caminar de espaldas a ella, enquistada en sí misma y en una ilusoria promesa de futuro." (el nacional)

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