viernes, junio 01, 2007

Un denominador común de los funcionarios gubernamentales: el servilismo

Primero deseamos aclarar que, en nuestra opinión, el servilismo es la mayor tragedia de una persona.

¿Qué es el servilismo? No busquemos semiólogos para armar imágenes al respecto ni lingüistas, vayamos al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: "Ciega y baja adhesión a la autoridad de alguien."

Esto nos recuerda que no es necesario ser ignorante, ser incapaz o ser inepto. De hecho, el servilismo más aprovechable por quien manda es aquel que lo practica alguien con algún tipo de destreza útil a sus propósitos.

El servilismo aniquila la individualidad, el amor propio. El servil se debe a su amo y si desaparece el amo, desaparece el servil. El servil, en resumen, abjura de su esencia humana para alimentar los delirios de grandeza de otros.

Ayer fue una tarde de desfile de serviles. Debieron salir con muñecos inflables, a la usanza del desfile de Día de Acción de Gracias de Macy's, y lucir su servilismo por toda la avenida Bolívar o, mejor, la avenida Urdaneta para llegar al balcón donde el amo les regala las migas debajo de su opulenta mesa.

Pero, como son tantos, a partir de hoy, una vez por día, iremos armando la galería de serviles bolivarianos que, adelantamos, incluye nombres como Jesse Chacón, Martín Pacheco, Mario Silva, William Lara, entre otros.

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