Una entrevista de Hector Bujanda, ganador de la Bienal de Novela Adriano González León
""El tema de la escritura, para los que la padecen, es complicado y requiere de una paciencia y una disciplina que yo ni siquiera sabía que poseía", aclara en voz alta el escritor, mientras sus manos tiemblan un poco y arruga los papeles por la emoción contenida.
"Nunca pensé que me dedicaría con tanta pasión a construir y desarrollar estos personajes, a ubicarlos en un paisaje, el de Caracas, que he compartido con muchos de ustedes en otras claves expresivas como la crónica o el ensayo",
¿Qué hará con el premio?
Regreso a Barcelona, España, por un tiempo. Quiero volver un poco a todos los escenarios en que esta novela se ha fabricado, a los cafés donde yo trabajaba. Fue una ciudad que permitió esta escritura y quiero rendirle el homenaje que se merece.
¿Cómo es recordar desde Europa a esa Caracas, escenario de la novela?
Fue interesante, porque los venezolanos creemos que el mundo fuera de Venezuela es bello, cosa que no es cierta. Eso sólo es probable en términos turísticos. Puede llegar a ser detestable. Mi etapa en Barcelona marcó un reencuentro con fenómenos muy venezolanos como el vértigo y la conflictividad, que son cosas que no había podido meditar.
¿Cómo definiría esa Caracas de la década de los 90?
Los años 90 son muy infravalorados en el discurso cultural venezolano, lo que tiene graves consecuencias para entender dónde estamos y hacia dónde vamos. Fue un gran cisma, una ruptura de todas las coordenadas de certidumbre y seguridad (...) Para resumir, diría que en una ciudad apocalíptica toda fuga es una derrota."
"Nunca pensé que me dedicaría con tanta pasión a construir y desarrollar estos personajes, a ubicarlos en un paisaje, el de Caracas, que he compartido con muchos de ustedes en otras claves expresivas como la crónica o el ensayo",
¿Qué hará con el premio?
Regreso a Barcelona, España, por un tiempo. Quiero volver un poco a todos los escenarios en que esta novela se ha fabricado, a los cafés donde yo trabajaba. Fue una ciudad que permitió esta escritura y quiero rendirle el homenaje que se merece.
¿Cómo es recordar desde Europa a esa Caracas, escenario de la novela?
Fue interesante, porque los venezolanos creemos que el mundo fuera de Venezuela es bello, cosa que no es cierta. Eso sólo es probable en términos turísticos. Puede llegar a ser detestable. Mi etapa en Barcelona marcó un reencuentro con fenómenos muy venezolanos como el vértigo y la conflictividad, que son cosas que no había podido meditar.
¿Cómo definiría esa Caracas de la década de los 90?
Los años 90 son muy infravalorados en el discurso cultural venezolano, lo que tiene graves consecuencias para entender dónde estamos y hacia dónde vamos. Fue un gran cisma, una ruptura de todas las coordenadas de certidumbre y seguridad (...) Para resumir, diría que en una ciudad apocalíptica toda fuga es una derrota."
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