lunes, octubre 16, 2006

Un autor y su proceso creativo: Carlos Fuentes y "Todas las familias felices"

"--Usted creció fuera de México, porque su padre, Rafael Fuentes Boettiger, era diplomático, y más de una vez habló de su país como un territorio imaginario. ¿Por qué narra ahora un lugar realista?

--Cuando escribí La región más transparente, la ciudad de México tenía 5 millones de habitantes; ahora tiene 20, los que tenía el país cuando yo nací. Con 110 millones, México es hoy el país más poblado de habla española. Muy peligroso, lleno de violencia en las fronteras, con narcos y con las maras, esas pandillas de jóvenes que vienen de Los Ángeles o de El Salvador, se hacen un tatuaje por cada uno que matan y un buen día dejan, como hace un mes, en Acapulco, seis cabezas cortadas en una playa.

Esa violencia ­que es de México, pero también es de Sao Paulo, de Lima, de toda ciudad con extremos de pobreza­ es el tema de Todas las familias felices. Lo es en las historias individuales, que ocupan los 16 relatos, donde abunda el pesimismo: "Hay gritos de júbilo cuando rocían de gasolina a los policías y les prenden fuego. Doña Medea se une al coro de la alegría. El barrio ha derrotado a la violencia que vino desde afuera con la violencia que viene de adentro", se lee en "La madre del mariache". Y sobre todo es el tema de los coros.

--¿Cómo describiría las influencias de este libro? --Sin la secuencia propia de una novela y sin que encaje en la definición de volumen de cuentos (hay personajes de una historia que reaparecen en otra o en otras), este libro es una narración coral. De Balzac y de Faulkner hay la búsqueda de un mundo, el retorno de los personajes; Kafka ­acaso el más gran de escritor del siglo XX­ sigue advirtiéndome acerca de la deshumanización; de Cervantes, con sus cuentos y novelas interpolados en Don Quijote, puedo mencionar la combinación de géneros. Pero hay muchísimas influencias más: uno es heredero de una tradición que se hace presente entera en el trabajo.

No en vano Fuentes guarda la comedia humana de sus ficciones bajo el título-paraguas de "La edad del tiempo": cree en la continuidad. "No se puede crear sin una tradición antecedente, y la condición para que la tradición siga viva es crear algo nuevo. En el boom éramos 12 escritores, precedidos por un puñado: Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti y muy pocos más. Ahora, en cambio, nos han seguido generaciones cada vez más ricas. En la América Latina hoy contamos docenas de escritores muy buenos: Pedro Ángel Palou, Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Javier Velazco, Cristina Rivera Garza... Tenemos una constelación de talentos que existen en una constelación mayor de los novelistas en habla castellana: de México a Chile, de Argentina a España, y con incursiones en Estados Unidos, donde hay 40 millones de hispanoparlantes"." (el nacional)