jueves, septiembre 28, 2006

Un llamado a la paz: José Saramago aboga por conciliación entre cristianos e islamistas

"El escritor portugués José Saramago volvió a demostrar que no elude ningún tema de actualidad. Hoy respondió sobre la controvertida relación entre el islam y catolicismo, que recrudeció a raíz de las declaraciones del Papa. En ese aspecto, el premio Nobel propuso la articulación de un "pacto de no agresión" entre ambas religiones.

Su llamamiento tuvo lugar en el Festival Internacional de San Sebastián, donde está participando como miembro del jurado, y contempló también algunas críticas: "Lo que está pasando ahora es en gran parte consecuencia del desprecio con el que nosotros los occidentales, los blancos, los guapos, los cultos que nosotros creemos que somos todos, hemos tratado a los árabes, y no sólo a los árabes sino también a los asiáticos y demás".

"Lo tengo bastante claro. Creo que no vamos a ninguna parte con la Alianza de Civilizaciones. Es una buena idea, generosa, pero resulta imprescindible un pacto de no agresión entre el Islam y el Cristianismo" para evitar la escalada de atentados terroristas "en nombre de un Dios", afirmó el autor de "La muerte de Ricardo Reis".

Durante el encuentro con periodistas, reflexionó acerca de los principales problemas que ocupan a la sociedad globalizada: el terrorismo, el fanatismo y la inmigración. Quien mata "en nombre de un Dios, convierte a éste en un asesino", sostuvo, y apeló al "respeto entre las creencias" con el fin de erradicar "la idea de que la del otro es, por definición, el enemigo a batir".

Esta intolerancia "se manifiesta ahora más en el Islam, pero no en su totalidad, de la misma manera que en el País Vasco no todo es ETA", puso como ejemplo Saramago, nacido hace 84 años en Azinhaga (Portugal).

En la misma línea de pensamiento, el escritor sostuvo que entre otras causas del despertar del fanatismo islámico en Occidente se encuentran "el desprecio y la autosuficiencia con que siempre hemos tratado todo lo que tiene que ver con los árabes y los asiáticos; los veíamos como un paisaje donde sólo acudíamos a sacar y, claro, se han cansado"." (el clarín)