Una reflexión de José Balza sobre el carácter "parlanchín" del venezolano
La oralidad impenitente del venezolano no es mala. Vivimos en el trópico, un trópico lleno de sensualidad, de alegría, de luz, ¿por qué no vamos a expresar eso? Lo que ocurre es que esa oralidad exagerada puede convertirnos en un poco falsos, porque ofrecemos mucho y después no aparecemos. Sobre todo desde la mitad del siglo XX nos hemos habituado al ruido, hay demasiado. Alguna gente utiliza los aparatos de sonido como lengua. Los colocan en los balcones y en las puertas con un ruido endemoniado que sustituye la oralidad directa por la del merengue o la del rap. Nuestra oralidad, que es muy hermosa, se transforma así en una patología del sonido que nos convierte en inhumanos. Nos hace falta un poco de silencio". (vía el nacional)
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