jueves, octubre 05, 2006

Un análisis de Colette Capriles sobre la marcha de la campaña de Hugo Chávez

"El Presidente-candidato, más que andar en campaña buscando votos, está girando por el territorio nacional como una estrella pop que se resigna a la incondicional adoración de sus fanáticos, a la que se expone sólo por obligaciones contractuales. Ofrecer a su mercado electoral una versión 2.0 de esa especie de Estado al detal y sin recibo a que han quedado reducidas las instituciones públicas, proporcionando bienes y servicios tan deleznables como los que se exhiben en la selva de Sabana Grande, no puede deberse a una brusca sequía imaginativa. Más bien, cinismo aparte, se percibe ese desgarramiento que tantas veces acomete a los gobiernos, cuando se preguntan cómo es que no se ve lo que se ha hecho, adónde va toda la plata, por qué tanta ineficiencia, y por qué tanta ingratitud de un pueblo volátil.

Por lo regular la respuesta es siempre la misma: el problema es comunicacional, representacional, de insuficiencia mediática; conclusión que hace obviamente felices a los publicistas, quienes se esmeran en contagiar de la misma felicidad al público, como cuando se redacta la avalancha publicitaria con apostillas como las que acompañan cierta cuña acerca de un ferrocarril: "Chávez y el pueblo construyen el tren...". Mareados por la democracia participativa, parece que los diseñadores de propaganda se confunden acerca de los poderes creadores del pueblo.

Reducido así el problema reelectoral a una exhibición narcisista, no hace falta exponerse a la confrontación plebeya; bastan las carrozas y los miles de millones invertidos en imágenes, mientras sigue el gobierno empeñado en seguir negándole existencia legítima, discursiva, a la oposición.

Véase el caso brasileño, que por fresco no ha dejado ver enteramente la lección que hay que sacar de él: el Presidente-candidato se niega al debate, evita medirse menospreciando a sus contrincantes y cosecha como consecuencia ese atronador mensaje de advertencia que los electores terminaron formando: "No despreciaste a un oponente, sino a nosotros, a los que pensamos que las cosas pueden ser diferentes. Quizás seas nuevamente presidente, pero tendrás que sudarlo un poco, desinflando esa vanidad del poder".

La salud es el silencio de los órganos, suelen decir los médicos. En política, lo normal es invisible: es el buen funcionamiento de las cosas; es la transformación de lo extraordinario en ordinario; es la metamorfosis de la palabra en vivencia." (el nacional)