Entetenimiento, cultura y narrativa en los medios digitales: una reflexión de Michael Eisner
Este es el mejor momento de mi carrera en los medios. ¿Era más fácil cuando trabajaba en ABC y había apenas tres cadenas y el menos objetable de los programas era igual un éxito seguro? Claro que sí.
No pienso que esté haciendo nada diferente de lo que hice en Disney, cuando incursioné en la animación o en la acción en vivo o en el desarrollo de la televisión. Mi interés siempre fue saber ¿cuál es el programa? Porque si es el adecuado, el resto se soluciona.
Pero si uno sigue en el negocio de los medios de comunicación, tendría que ser un troglodita, o estar en una silla de ruedas o ser incapaz de pensar, para no estar involucrado en los nuevos medios.
Me intriga el hecho de que en el mundo tecnológico se puede crear entretenimiento que llegue a una audiencia de 60 millones de personas. Pero es selectivo. Farmville llega a 60 millones de personas y hay otros juegos que no llegan a nadie.
Todo gira en torno a la selección.
La importancia atemporal del contenido
La creación de contenido nunca fue tan importante como hoy. Está totalmente abierta a todo tipo de nuevas aventuras creativas. La diseminación del conocimiento a cada rincón y grieta del mundo nunca fue tan expedita. Ha ido desde pinturas en las paredes de los cavernícolas hasta la capacidad de transmitir películas digitales, programas de televisión, noticias, información y música a cada cueva del mundo. La necesidad de ideas entretenidas, informativas, importantes y provocativas nunca ha sido tan grande como hoy.
No creo que lo único que cuente sea que el usuario pueda generar material o la democratización de los medios. Lo más importante sigue siendo que los seres humanos se reúnan y decidan qué es y no es interesante.
Un ejemplo del poder de una idea que se está trasladando a un medio masivo de comunicación es el siguiente. Estamos comprando "Otro estadounidense", un programa sobre la política de "no pregunten, no respondan" sobre el ingreso de homosexuales en la fuerzas armadas de Estados Unidos, realizado por un muchacho que pasó tres años entrevistando a militares.
Hizo un programa que fue producido solamente los domingos y los lunes en Nueva York. Podría haber sido hecho hace 3.000 años.
Vamos a traducir eso a una experiencia digital que se podrá vivir en teléfonos celulares y en conexiones de Internet para una audiencia que en vez de ser de 30 personas en un cine puede ser de 30 millones en todo el mundo. Es un ejemplo de lo lejos que hemos llegado y de cómo seguimos dependiendo de una mente individual.
No importa cuán elocuente me gustaría ser respecto a la importancia del entretenimiento en el comercio internacional y la cultura y democracia de Estados Unidos, no hay que olvidar que sigue siendo un negocio y hay que financiarlo y obtener un retorno.
Encontrar un refugio en el mundo digital
Después de salir de Disney, no sabía lo que quería hacer. Encontré nuevos socios. Siempre me gustó ser parte de un equipo. Jamás he actuado por cuenta propia y nunca lo haré. Es más divertido tener alguien con quien lamentarse y con quien celebrar.
Solía ser el más joven en cada organización en la que estaba.
Mis socios siempre eran mayores.
De pronto, desperté un día y era la persona más vieja y mis colegas eran significativamente menores.
Ahora mis compañeros son generacionalmente más jóvenes. Cuando dejé Disney me traje a Andy Redman conmigo. Tenía 25 años.
Hemos trabajado por cinco años de la misma forma que lo hice con Frank (Wells, ejecutivo Disney) y Barry (Diller, ejecutivo de Paramount) hablando diariamente 22 veces. Y es 38 años menor. Me gustan las ideas jóvenes.
Es como que volví a hacer las cosas de la manera que las hacía al comienzo de mi carrera.
Cuando comencé era el empleado de menor rango en el piso 37 de ABC. Me pasaban todas las tareas. Ahora lo hago todo solo, con algunos asistentes. De pronto, ya no puedo delegar como cuando tenía 125.000 personas trabajando para mí. Y eso es bueno. Dicen que hacer el crucigrama del New York Times ayuda a agudizar la mente, te mantiene joven. Quizás estar más cerca de la acción tiene el mismo efecto.
Prefiero contratar a un ejecutivo que tomó clases de historia y filosofía y lenguaje y arte y literatura que alguien que solamente ha estudiado un solo elemento de un solo tema. Cuando mi hijo quería ir a una escuela de cine, llamé a George Lucas que le dijo: "No vayas. Aprender a hacer una película es como aprender a conducir un auto. Cualquiera puede aprender a manejar. Lo que importa es hacia dónde conduces".
Mucha gente puede aprender a escribir códigos de computadoras y entender el funcionamiento interno de la revolución tecnológica en la que estamos, pero si va a producir contenido, preferiría que entendiera qué es lo que hace una buena narración. Hallar personas que puedan hacerlo reír o llorar o sonreír o enojarse o aprender algo sobre usted mismo. Esa gente no es común. Siempre hablamos sobre la falta de ingenieros en Estados Unidos. Yo diría que lideramos en lo que es más importante para crear todo eso, que es el sistema educativo en las humanidades. Para mí, eso es clave.
Para la gente que llega al negocio del entretenimiento las oportunidades son enormes. Sin embargo, las reglas del drama no han cambiado. Todavía tiene que tener personajes, una reacción emocional y (el espectador) tiene que, ojalá, aprender algo. Esas cosas no desaparecerán.
No sé cuál será el tercer acto de esta transformación de los medios. Ni siquiera sé si conocemos el segundo. Probablemente estemos todavía en el primer acto del prólogo. He asistido a conferencias en las que algunos son llevados en hombros como si hubiesen ganado el Super Bowl y dos años después la gente comenta "¿qué le pasó a ese muchacho?". Me senté en la conferencia de Allen & Co. hace dos años y este joven Mark Pincus (presidente ejecutivo de Zynga, la compañía que lanzó Farmville) estaba sentado en la mesa. ¿Quién sabía que dos años después iba a tener el mejor lugar en la casa?.
Recuerdo haber conversado con Barry Diller en la década de los 60 sobre hacer que el entretenimiento fuera como una guía telefónica.
Uno va a la H y busca el programa Happy days y marca el número. No teníamos idea de lo que estábamos hablando. Pero era el concepto del entretenimiento entregado al consumidor para que decida lo que quiere ver.
A veces uno tiene la idea correcta pero es demasiado pronto o hay un matiz equivocado. Estábamos muy entusiasmados cuando Bill Gates demostraba su Tablet PC, pero no fue hasta ahora que el iPad mostró la promesa que la tableta puede ser.
No deberíamos quejarnos de cómo la tecnología arruina nuestras vidas y negocios. No lo hace.
Hay que adaptarse y seguir adelante.
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