viernes, octubre 13, 2006

Un comentario de Simón Alberto Consalvi sobre las obras de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006

"Cuando fui a Salamanca el año pasado, me traje las novelas de Orhan Pamuk: El astrólogo y el sultán, El libro negro, Me llamo Rojo y Nieve. Había leído tan delirantes críticas sobre él que concentré en sus libros mi exceso de equipaje. Me intrigó saber que era arquitecto y periodista, y que de esos mundos se había lanzado a la novela. Es un escritor fantástico, de una riqueza excepcional de estilo e imaginación.

En Sevilla comencé a leer Nieve, el 17 de octubre de 2005, según está escrito. Me enamoré de Ipek, la protagonista, por la forma como Pamuk describe su rostro y sus manos. Una tormenta de nieve envuelve a la novela y alrededor de esa tormenta giran todas las otras tormentas. Es una novela política, religiosa, de grandes conflictos ideológicos, de grandes pasiones humanas. Como en las otras ­ Me llamo Rojo, El libro negro­, uno observa la contraposición entre los valores culturales de Oriente y Occidente, pero en Nieve esto es más visible porque el protagonista, Ka, es un poeta turco que vive en Alemania y regresa a su país para buscar a su antigua novia, esa Ipek de manos tan bellas.

Ahora, mientras llega la noticia que yo estaba seguro de que iba a llegar este octubre, que la esperé también el octubre pasado, leo Estambul, su libro de crónicas sobre la fascinante ciudad donde nació. El novelista se confunde con la ciudad y la ciudad se confunde con Orhan Pamuk. La generosidad del alma caritativa de Franck Vitoria Barazarte, que me trajo toda la ciudad de Estambul (con la vida de Pamuk), me ha deparado este placer y así dejo constancia. Por los conflictos actuales, por el llamado "choque de civilizaciones", por el duelo irracional que la intolerancia desata y propicia, quizás sea Orhan Pamuk el escritor que mejor comprenda el dilema en que anda el mundo. Él mismo se salvó de ir a la cárcel en su país, porque si lo condenan "por ofender" a su nación, Turquía se habría cerrado las puertas de la Unión Europea y París bien vale una misa." (el nacional)