Una simple anécdota: Los comienzos de los días de campaña de Julio Borges como candidato presidencial
"Cualquier día de la campaña que emprendió Julio Borges antes de su declinación a la candidatura presidencial en favor de Manuel Rosales comenzaba a las 5:00 am.
A esa hora, los buhoneros inician una nueva jornada laboral en las inmediaciones de la cochambrosa plazoleta que da a la salida de la estación El Valle del Metro de Caracas, y los ciudadanos que se dirigen a trabajar escrutan con una mirada de centésimas de segundo a un hombre sonriente de mediana estatura y pelo negro, levemente entrado en carnes. Viste zapatos de gamuza marrón con trenzas, pantalones caqui y camisa blanca a cuadros. "Buenas tardes", le dice al transeúnte de turno alguien del voluntariado, "le presento a Julio Borges".
Cuando no había giras al interior, el "café con Julio Borges" solía ser la primera actividad del día del entonces candidato presidencial: la toma aleatoria de una de las estaciones del subterráneo para repartir volantes y conversar con la ciudadanía.
Pasadas las 7:00 de la mañana, las personas que transitaban goteadas para tomar el metro le han dado paso a un caudal humano con todos los fenotipos y anatomías posibles. El comportamiento de la gente fue cortés, en muchos casos, relativamente indiferente la mayoría de las veces. Por cada espontáneo que se detenía a saludarlo, aparecía un par que lo escrutaba de forma vertical y se animaba a gritarle a distancia, una vez dentro del túnel que conduce a los trenes: "!Viva Chávez!"."
(Alonso Moleiro, El nacional)
A esa hora, los buhoneros inician una nueva jornada laboral en las inmediaciones de la cochambrosa plazoleta que da a la salida de la estación El Valle del Metro de Caracas, y los ciudadanos que se dirigen a trabajar escrutan con una mirada de centésimas de segundo a un hombre sonriente de mediana estatura y pelo negro, levemente entrado en carnes. Viste zapatos de gamuza marrón con trenzas, pantalones caqui y camisa blanca a cuadros. "Buenas tardes", le dice al transeúnte de turno alguien del voluntariado, "le presento a Julio Borges".
Cuando no había giras al interior, el "café con Julio Borges" solía ser la primera actividad del día del entonces candidato presidencial: la toma aleatoria de una de las estaciones del subterráneo para repartir volantes y conversar con la ciudadanía.
Pasadas las 7:00 de la mañana, las personas que transitaban goteadas para tomar el metro le han dado paso a un caudal humano con todos los fenotipos y anatomías posibles. El comportamiento de la gente fue cortés, en muchos casos, relativamente indiferente la mayoría de las veces. Por cada espontáneo que se detenía a saludarlo, aparecía un par que lo escrutaba de forma vertical y se animaba a gritarle a distancia, una vez dentro del túnel que conduce a los trenes: "!Viva Chávez!"."
(Alonso Moleiro, El nacional)
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