domingo, julio 02, 2006

Una lección a la francesa: Cómo ganar a Brasil en 6 fáciles lecciones

  1. No tenga miedo al rival: no piense en sus 5 títulos mundiales ni en la calidad individual de sus jugadores. Simplemente recuerde que son jugadores de carne y hueso, que quieren lucirse individualmente aún sacrificando el juego colectivo, que la defensa es desordenada y con paciencia se puede vulnerar y que, en realidad, como en la época del peste en Europa, más mueren contra ellos por el miedo que por su buen fútbol.

  2. Trate de robarles la pelota, pero si no puede, no se desespere y aguante: que, después de todo, no tener la pelota en un partido no es una tragedia si se cubren bien los espacios y, además, si se está lo suficientemente atento, en cualquier contragolpe o pelota parada se anota el gol y se da el baldazo de agua fría.

  3. Sométalos a presión permanente: hágales saber que usted fue a ganarles y no les deje ni un centímetro. Haga que sus sonrisas se borren con cada quite, con cada falta táctica, con cada ataque. Haga que les pesen los millones de fanáticos que los siguen y que sean esclavos de sus palabras habitualmente presuntuosas, hágalos sentir el terror de regresar a casa con las manos vacías.

  4. Ataque incesantemente por los costados: sobre todo si quienes los resguardan son Robertos Carlos y Cafú. Mande sus efectivos más rápidos, esos que ya los veteranos no podrán contener. Desgástelos y haga que Cafú caiga en la frustración y que Roberto Carlos intente ofuscarse y mostrar esa mala leche que él confunde con furor deportivo para que corra como desesperado y sea víctima de su individualismo pasando mal o disparando sin ton ni son.

  5. No los deje disparar de media y larga distancia: más bien persígalos para propiciar sus desbordes, suelen meter malos centros y, si tiene buenos centrales, siempre despejará. Hostíguelos y déjelos que lleguen hasta la raya final, cuando lleguen allí estarán frustrados por no haber podido disparar.

  6. Muestre superioridad y clase: por ejemplo, en el entre tiempo, vaya y cambie camiseta con su rival, como hizo Zidane con Robinho, porque eso un brasileño no lo aguanta, estar recibiendo una clase de fútbol y, encima, también un barniz de humildad y clase. Con eso tendrá a su merced futbolística y sicológicamente a un equipo sobrevalorado a más no poder. Y podrá seguir en carrera hasta el final.