miércoles, junio 07, 2006

Un comentario histórico: Antonio Guzmán Blanco y la eterna humildad de nuestros gobernantes
















Con fecha 4 de junio, la agencia de noticias EFE reseña un hallazgo de documentos venezolanos en un allanamiento en Israel.

Entre estos papeles, supuestamente sustraídos por ladrones de arte, uno de los más valiosos es un documento firmado por Antonio Guzmán Blanco. Sí, el afrancesado, el Ilustre Americano, el que se mandó a erigir todas las estatuas posibles.

Escuchar de nuevo el nombre de nuestro expresidente me hizo recordar una anécdota que procedo a comentar según la relata Héctor Parra Márquez en su libro "Caracas política, intelectual y mundana", escenificada en 1886, durante la inauguración del "Centro de la Unión Iberoamericana" en Caracas:

Acontenció que, ya para ausentarse el Primer Magistrado (Guzmán Blanco), un grupo de alumnos de la universidad comenzó a chotearlo. Escondidos en los rincones y detrás de los pilares le gritaban: "Ah saludante", "Manganzón", "Antonio, córtate la chiva", y otras irreverencias. Pero resultó que uno de los bullangueros jóvenes, sin darse cuenta, salió del escondite en el preciso momento en que el Presidente pasaba por allí.

Lleno de asombro y miedo palideció el alumno, pero le volvió el alma al cuerpo cuando el Ilustre, con gesto demostrativo de su talento y de su personalidad, puso su mano derecha sobre los hombros del pavorizado veinteañero y le dijo: "No te preocupes muchacho, puesto que yo, cuando estaba de tu edad, me entregaba también, como tú, al deporte de burlarme de los grandes hombres".