martes, febrero 13, 2007

Un recuerdo de la infancia: el Stretch Armstrong

Nuestro padre lo trajo a casa y realmente, aunque no pasaba de la emoción de estirarlo y estirarlo, generaba una fascinación como de la primera visita al mar o el primer caramelo...

Se llamaba Stretch Armstrong y era ésa su única virtud, su potencial para ser desplegado y luego retomar su forma original...

¿Por qué tenía una sonrisa desproporcionada? ¿Por qué no hacía ninguna otra cosa? ¿Por qué no traía accesorios? ¿De cuál tira cómica provenía? ¿Cómo podía estirarse tanto?

La mayoría de esas preguntas quedaron sin respuesta excepto la última...

Un día en Cabimas, en casa de nuestros tíos, nuestro primo José Miguel, ya de unos 15 años y alienado por Mecánica popular y con una manía de armar y desarmar juguetes, empezó una investigación al respecto...

Trató de dar con varias explicaciones, pero ninguna era lo suficientemente buena, así que, en un descuido nuestro, buscó el atajo que más fácil le pareció: clavó la punta de un lápiz mongol en el abdomen de Armstrong. Un líquido verde viscoso comenzó a salir y José Miguel, preocupado, nos llamó para contarnos la novedad...

Se le hicieron todo tipo de parches para detener la hemorragia y aunque lo logramos, Armstrong nunca recuperó su estado de forma... Los días de estiramiento habían acabado para él...

Fue una baja lamentable de los juguetes infantiles, pero, a esa edad, uno se repone pronto y pasa al siguiente...

Hoy, viendo Still standing -un serie, por cierto, injustamente pasada por alto y bastante más cómicas que otras que siguen con buen perfil temporada tras temporada- apareció, después de tantos años, un Armstrong y sobrevino algo de nostalgia...

Y antes de salir a la clase del día supimos que debíamos postergar cualquier otra entrada y colocar esta...

¡Salud por la memoria!

Etiquetas: , , ,