Un arte perdido: los buñuelos de yuca
¿Dulces? Le preguntamos, acostumbrados a ver últimamente sólo los colombianos que llevan queso y son salados...
Ella nos responde afirmativamente.
Nos detenemos adelante del último puesto de la hilera de vendedores de dulces criollos y caminamos. En el primero a nuestro paso los conseguimos... Buñuelos de yuca con melao de papelón...
Parece mentira que mientras la revolución se vuelve ideologías importadas de Cuba, autos alemanes, italianos y norteamericanos; mientras el presidente se la pasa en su viajadera embutido en trajes importados y gasta millonadas en zapatos, los buñuelos de yuca se pierden en un pasado remoto...
Es una cosa impactante: en maracaibo es complicado comprar una mandoca, acá en Caracas las arepitas dulces con anís -las abombadas- ni se ven y parece que nos hemos quedado con los dulces abrillantados y algunas especialidades navideñas, más los esfuerzos de chefs como Victor Moreno o Sumito Estévez para la conservación de la cocina venezolana...
Los buñuelos de ayer estaban bueno, no memorables -más lo fue el reencuentro que el producto-, pero correctos... así que, como nosotros sí somos criollitos y no utilizamos el nacionalismo como bandera para nada, ni hacemos la farsa con competencias futbolísticas, y hacemos reflexión crítica de nuestras profundas fallas, presentamos esta receta de buñeulos de yuca que encontramos navegando...
Que el presidente siga hablando de las conservitas que vendía en un pasado lejanísimo, mientras como Carlos Andrés Pérez, -de quien, lamentablemente para él, es pariente cercano en muchas cosas- se come sus marrons glacé o su equivalente...
¡Salud por el genuino nacionalismo!
1 kg. de yuca sancochada
3 yemas de huevo batidas
2 cucharadas de azúcar
1 cucharadita de sal
4 tazas de aceite de maíz
papel absorbente
1/2 panela de papelón blanco en trocitos
1 1/4 tazas de agua
6 clavos de olor
Modo de preparación
Se le quitan las venas a la yuca y se tritura hasta que tenga la consistencia de una masa.
Se le agregan las yemas de los huevos, el azúcar y la sal. Se amasa hasta que quede una mezcla homogénea
Con pequeñas prociones de la mezcla, se hacen bolitas de unos 2,5 cm. de diámetro.
Se fríen en abundante aceite caliente y a fuego alto, hasta que doren.
Se retiran del aceite y se colocan sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
En una olla a fuego lento, se disuelve el papelón en el agua y se añaden los clavos de olor, o hasta que espese como melao.
Se retira del fuego y se eliminan los clavos. Se deja enfriar.
En una bandeja, se colocan las bolitas aún tibias y se bañan con el melao.
(receta cortesía de Cocina del mundo)
Etiquetas: El sabor de la vida, Hipocresía revolucionaria, La revolución a paso de vencedores, Reflexión sobre Venezuela
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