Un actor y su proceso creativo: Jackson Pollock encarna a Beethoven
"El actor es célebre por la meticulosidad con la que prepara sus personajes; en el caso de Beethoven, el proceso arrancó cuando se apuntó a lecciones de piano el día después de leer el guión. "No se trataba de tocar bien sino de llenar mi cabeza de música, como él", cuenta.
También tuvo que aprender a dirigir una orquesta, pues la escena crucial de la película es aquella en que Beethoven conduce la Novena Sinfonía por primera vez.
En total, más de un año de preparación y varios meses de ensayos. "Leí todo lo que encontré sobre él y volqué mi intuición y mis experiencias. Todo ayuda. Pero lo fundamental es humanizarlo porque puedes investigar durante meses, pero si no eres capaz de darle humanidad a un personaje, nadie se lo va a creer".
Harris ha conseguido que su Pollock y su Beethoven se parezcan precisamente en ese punto, en la credibilidad que transmiten a través del celuloide. "Eran dos genios que necesitaban crear, ahí reside su similitud. No es que quisieran pintar o componer, ¡era una necesidad vital! Pero a Pollock sus problemas con el alcohol le debilitaron como artista y como creador. En cambio, a Beethoven su sordera, contra la que combatió durante casi tres décadas y que le llevó al aislamiento, le ayudó creativamente".
Pero las similitudes entre ambos acaban ahí. "Cuando terminé Pollock fue un alivio porque había sido un proyecto muy duro y muy obsesivo desde el principio y el personaje también lo era. En cambio, a Beethoven lo echo de menos. Era un tipo al que le daba exactamente igual lo que la gente pensara de él, así que cuando me ponía su ropa y su peluca me sentía completamente libre, me olvidaba de mí mismo. Era un artista cerrado y excéntrico, pero amaba la vida, amaba la música y me hizo sentir muy bien".
No es que su vida carezca de esas sensaciones, se apresura a explicar. "Tengo una familia está casado con otra actriz, Amy Madigan, a quien conoció en 1984 durante el rodaje de Places of the heart, una hija, mi día a día no consiste en estar creando constantemente. Eso sólo ocurre cuando actúo. Mi trabajo creativo es lo que más placer le aporta a mi vida. Es liberador, es divertido. Pero lucho por ser igual de libre en mi espíritu y en mi cabeza, y espero que cuanto más viejo me haga, más libre y más abierto me vuelva, porque hay mucha gente que envejece empequeñeciéndose y cerrándose y yo no quiero eso".
"Lo fundamental, tanto para un actor como para un director, es aprender a escuchar. Quizá por eso he disfrutado tanto metiéndome en la piel de Beethoven. Pese a su sordera, era un hombre con los oídos abiertos. En un momento de la película le dice a Anna Holtz que se vaya al campo y entonces la música comenzará a hablarle, como le ocurría a él. A mí me molestan mucho los ruidos". De repente, Harris comienza a susurrar: "Lo que más me gusta en el mundo es el sonido de los pájaros, de la lluvia y del silencio". Tras una pausa insonora, concluye: "Pero lo más difícil del mundo es ser leal y sincero con uno mismo. Para eso hay que aprender a escucharse. Y eso sí que es difícil"." (el nacional)
También tuvo que aprender a dirigir una orquesta, pues la escena crucial de la película es aquella en que Beethoven conduce la Novena Sinfonía por primera vez.
En total, más de un año de preparación y varios meses de ensayos. "Leí todo lo que encontré sobre él y volqué mi intuición y mis experiencias. Todo ayuda. Pero lo fundamental es humanizarlo porque puedes investigar durante meses, pero si no eres capaz de darle humanidad a un personaje, nadie se lo va a creer".
Harris ha conseguido que su Pollock y su Beethoven se parezcan precisamente en ese punto, en la credibilidad que transmiten a través del celuloide. "Eran dos genios que necesitaban crear, ahí reside su similitud. No es que quisieran pintar o componer, ¡era una necesidad vital! Pero a Pollock sus problemas con el alcohol le debilitaron como artista y como creador. En cambio, a Beethoven su sordera, contra la que combatió durante casi tres décadas y que le llevó al aislamiento, le ayudó creativamente".
Pero las similitudes entre ambos acaban ahí. "Cuando terminé Pollock fue un alivio porque había sido un proyecto muy duro y muy obsesivo desde el principio y el personaje también lo era. En cambio, a Beethoven lo echo de menos. Era un tipo al que le daba exactamente igual lo que la gente pensara de él, así que cuando me ponía su ropa y su peluca me sentía completamente libre, me olvidaba de mí mismo. Era un artista cerrado y excéntrico, pero amaba la vida, amaba la música y me hizo sentir muy bien".
No es que su vida carezca de esas sensaciones, se apresura a explicar. "Tengo una familia está casado con otra actriz, Amy Madigan, a quien conoció en 1984 durante el rodaje de Places of the heart, una hija, mi día a día no consiste en estar creando constantemente. Eso sólo ocurre cuando actúo. Mi trabajo creativo es lo que más placer le aporta a mi vida. Es liberador, es divertido. Pero lucho por ser igual de libre en mi espíritu y en mi cabeza, y espero que cuanto más viejo me haga, más libre y más abierto me vuelva, porque hay mucha gente que envejece empequeñeciéndose y cerrándose y yo no quiero eso".
"Lo fundamental, tanto para un actor como para un director, es aprender a escuchar. Quizá por eso he disfrutado tanto metiéndome en la piel de Beethoven. Pese a su sordera, era un hombre con los oídos abiertos. En un momento de la película le dice a Anna Holtz que se vaya al campo y entonces la música comenzará a hablarle, como le ocurría a él. A mí me molestan mucho los ruidos". De repente, Harris comienza a susurrar: "Lo que más me gusta en el mundo es el sonido de los pájaros, de la lluvia y del silencio". Tras una pausa insonora, concluye: "Pero lo más difícil del mundo es ser leal y sincero con uno mismo. Para eso hay que aprender a escucharse. Y eso sí que es difícil"." (el nacional)
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