jueves, septiembre 07, 2006

Un comentario a un exabrupto periodístico: Maripili Hernández y su columna del jueves 7 de septiembre

A ver...
en primer lugar la columna se llama, así, a secas y sin anestesia, "El invencible"...

¿Cuál podría ser el propósito de semejante ejercicio de adulación? La Lic. Hernández responde: "¿cuáles son los elementos que conforman la fórmula Chávez de su triunfo constante?, ¿qué factores han permitido que ninguno de los que lo han enfrentado pueda siquiera representar un peligro regular?, ¿cómo es que su popularidad ha logrado superar golpes de Estado, paros petroleros, guarimbas y cualquiera otro de los intentos antidemocráticos que han procurado sacarlo de Miraflores?"

Como es de esperarse, la Lic. Hernández se esmera en responder esas preguntas e, insisto, por el tufo insoportable de jalamecatismo no merece ser citado, pero hay un párrafo que me llamó la atención:

"Pocos políticos de nuestro país tienen el conocimiento genuino que tiene Chávez de la historia de Venezuela, de su folklore, de sus costumbres, de su geografía. Se sabe de memoria poemas enteros de los autores más representativos de las letras venezolanas. Canta con ganas las canciones de nuestros compositores. No hay pueblito grande o pequeño que no haya visitado, al menos una vez, y no ahora que es Presidente, sino desde su época de soldado. Se ha aprendido a Venezuela desde niño, desde sus colores, sus sabores y sus olores."

No, Lic. Hernández, eso no es así. El presidente Chávez tiene una abigarrada mezcla de retazos de informaciones que le ha permitido contar con anécdotas y recursos discursivos para comunicarse con sus votantes y, sobre todo, para formarse una idea personal del país que él aspira gobernar para siempre, referendo o violencia mediante. El presidente Chávez constantemente demuestra que no conoce el país.

Cuando va al Zulia y trata de imitar patéticamente el acento característico de los zulianos él cree que se la está comiendo y la gente lo repudia. Cuando repite que la gente que está en su contra debe estar a favor de Bush demuestra ignorancia, cuando recita a Andrés Eloy Blanco y quiere de un plumazo borrar u olvidar la importancia que tuvo el proyecto adeco en su sensibilidad artística, da cuenta de que no sabe.

Cuando cada año duda entre celebrar o no el 23 de enero, Chávez demuestra que no conoce al venezolano. Cuando insiste en que la gente debe, a juro, desear no ser rica mientras él viaja a puro lujo, Chávez prueba que no tiene ni idea de por dónde van los tiros.

El presidente a veces es incapaz de distinguir cuándo se ríen con él y cuando de él sus propios seguidores.

Y, si somos sinceros, es probable que lo poco que sabía se le haya olvidado en tanto viaje porque durante su gobierno, sin duda el país ha cambiado. Porque Vargas prácticamente desapareció y todavía sus sobrevivientes deambulan por el resto de Venezuela y las carreteras siguen a medio construir, porque 20 mil personas fueron despedidas de la industria petrolera y tuvieron que salir a improvisar o mendigar, porque aquí se ha matado y secuestrado y el presidente no hace más que enviar condolencias al Líbano y solicitar protección para los médicos cubanos.

Venezuela no es un rincón criollo como se hacía en las casas de antes, un mínimo espacio con artesanía, cuatro y maracas. Venezuela no es una encuesta. Venezuela no es un barril de petróleo. Venezuela no es 9% de crecimiento económico. Venezuela no es un gobernante a perpetuidad.

Esas son algunas de las pruebas contundentes de que Hugo Chávez no conoce Venezuela.