Una pérdida lamentable: premio Nobel de Literatura egipcio Naguib Mahfouz fallece a los 94 años
Esta tarde, en el programa de Eli Bravo en 99.9 fm, tuvimos la oportunidad de conversar sobre la pérdida de este gran escritor.
Con Naguib Mahfouz se pierde a un gran escritor que supo recrear la vida que lo rodeaba, en sus generalidades y en sus particularidades, que supo examinar el drama humano en las circunstancias de El Cairo, pero respetando siempre ese profundizar en lo universal y común que tenemos en esta existencia.
Hay quienes se desorientan y creen que Mahfouz se regodeaba en la miseria de su ciudad. En realidad le interesaba cómo la vida se manifiesta entre los diferentes, los marginados, los postergados y su pobreza es simplemente un azar. Un accidente.
En Latinoamérica, gracias al trabajo de Arturo Ripstein pudimos observar de cerca a un Cairo americanizado que nos recordaba que las distancias se pueden salvar cuando uno se concentra en lo esencial.
En las últimas semanas, con el escándalo de Gunter Gräss y la muerte de Mahfouz, nos hemos visto en la necesidad de retomar, conversar y repensar a nuestros grandes escritores. Estos hombres son, no cabe duda, un patrimonio tangible de la Humanidad y como tal debemos respetarlos, leerlos, estudiarlos.
Siempre comentamos con los alumnos por qué se leen los clásicos. Hay varias teorías al respecto pero yo suelo recurrir a la que me parece irrefutable: leemos los clásicos porque ellos encierran lecciones tan profundas acerca de la naturaleza humana, que sólo pueden llegar a la obsolescencia las anécdotas pero nunca el contenido emocional. Y podemos seguirlo aprovechando durante siglos.
No queda duda que hay mucho de eso en el "Callejón de los milagros".
¡Salud, maestro Naguib Mahfouz!
Con Naguib Mahfouz se pierde a un gran escritor que supo recrear la vida que lo rodeaba, en sus generalidades y en sus particularidades, que supo examinar el drama humano en las circunstancias de El Cairo, pero respetando siempre ese profundizar en lo universal y común que tenemos en esta existencia.
Hay quienes se desorientan y creen que Mahfouz se regodeaba en la miseria de su ciudad. En realidad le interesaba cómo la vida se manifiesta entre los diferentes, los marginados, los postergados y su pobreza es simplemente un azar. Un accidente.
En Latinoamérica, gracias al trabajo de Arturo Ripstein pudimos observar de cerca a un Cairo americanizado que nos recordaba que las distancias se pueden salvar cuando uno se concentra en lo esencial.
En las últimas semanas, con el escándalo de Gunter Gräss y la muerte de Mahfouz, nos hemos visto en la necesidad de retomar, conversar y repensar a nuestros grandes escritores. Estos hombres son, no cabe duda, un patrimonio tangible de la Humanidad y como tal debemos respetarlos, leerlos, estudiarlos.
Siempre comentamos con los alumnos por qué se leen los clásicos. Hay varias teorías al respecto pero yo suelo recurrir a la que me parece irrefutable: leemos los clásicos porque ellos encierran lecciones tan profundas acerca de la naturaleza humana, que sólo pueden llegar a la obsolescencia las anécdotas pero nunca el contenido emocional. Y podemos seguirlo aprovechando durante siglos.
No queda duda que hay mucho de eso en el "Callejón de los milagros".
¡Salud, maestro Naguib Mahfouz!
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