Un socialista "gozón": perfil del presidente de Brasil, Lula Da Silva según el periodista argentino Ceferino Reato
"A los 60 años, Luiz Inácio da Silva es un amante confeso de los cigarros holandeses, disfruta de los viajes al exterior, le encanta comer asado y saborear las típicas comidas de su país como el pollo con polenta. También es un buen bebedor: prefiere el whisky, la cerveza y la cachaza. Viste trajes de diseñadores top y hasta se aplicó ampollas de Botox para lucir más joven.
A Lula no le gusta la rutina del gobierno. Le aburren los temas administrativos, le escapa a los asuntos complejos y conflictivos, no entiende mucho de economía (cuando tuvo la oportunidad no quiso aprender) y demora a lo Fernando de la Rúa las decisiones cruciales", compara Reato. Por eso cada vez que tiene que hacer cambios en su gabinete, "se angustia, aumenta la dosis de cigarrillos holandeses, Coca Cola y whisky" y no sigue la dieta que le imponen sus médicos. Pero también está la otra cara de la moneda: una persona feliz, relajada y arrolladora.
Es un Lula que le apasiona viajar a otros países, conocer nuevos lugares y pronunciar largos discursos en un palco dirigiéndose al pueblo. "Por eso lo primero que hizo al asumir la Presidencia fue delegar la rutina administrativa del gobierno y las relaciones con el Congreso. El carismático Lula se reservó las tareas que más le gustan: la comunicación con el pueblo, el marketing de su gobierno y todas las comodidades del poder, como las comilonas y las fiestas con amigos, y los encuentros con famosos, desde Ronaldo hasta Bono", relata Reato."
A Lula no le gusta la rutina del gobierno. Le aburren los temas administrativos, le escapa a los asuntos complejos y conflictivos, no entiende mucho de economía (cuando tuvo la oportunidad no quiso aprender) y demora a lo Fernando de la Rúa las decisiones cruciales", compara Reato. Por eso cada vez que tiene que hacer cambios en su gabinete, "se angustia, aumenta la dosis de cigarrillos holandeses, Coca Cola y whisky" y no sigue la dieta que le imponen sus médicos. Pero también está la otra cara de la moneda: una persona feliz, relajada y arrolladora.
Es un Lula que le apasiona viajar a otros países, conocer nuevos lugares y pronunciar largos discursos en un palco dirigiéndose al pueblo. "Por eso lo primero que hizo al asumir la Presidencia fue delegar la rutina administrativa del gobierno y las relaciones con el Congreso. El carismático Lula se reservó las tareas que más le gustan: la comunicación con el pueblo, el marketing de su gobierno y todas las comodidades del poder, como las comilonas y las fiestas con amigos, y los encuentros con famosos, desde Ronaldo hasta Bono", relata Reato."
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