domingo, mayo 28, 2006

Un día imaginario en la ciudad de Caracas: 5:55 am, "Nuestro insólito universo"


TAG:Durante siglos, el mar ha fascinado a la especie humana con la multiplicidad de sus manifestaciones. Fuente de vida y esperanza para el futuro del hombre, el mar también encierra los más espeluznantes e inexpugnables secretos...

PRESENTACIÓN

Cierto domingo de mayo, Marta Hernández de Nieves, joven profesional, Gerente de desarrollo de nuevos negocios de una importante firma de seguridad informática, llegó al pequeño poblado de Chirimena con la intención de pasar una calma jornada playera.
Al final del día, después de horas expuesta a los benéficos efectos del sol y el agua del mar, Marta Hernández vio cerca del toldo donde reposaba con su esposo una extraña concha marina, cuya visión tornasolada la enamoró inmediatamente, conminando al esposo a que la tomara para llevarla de regreso a Caracas.
El día siguiente, Marta Hernández llevó la peculiar concha a la oficina y la colocó junto al teléfono de su cubículo. Sin pretensión alguna, la concha irradiaba sus colores de manera enigmática. Nadie podía imaginar los extraños y atemorizantes sucesos que comenzaron a desencadenarse desde ese preciso momento

(música de suspenso)

La primera llamada que se recibió en esta importante empresa de seguridad informática notificaba que un negocio prácticamente cerrado se había cancelado. Posteriormente se supo que un cliente fiel abandonaba la firma para irse con la competencia. Ya para el martes aparecieron el primero de los cinco apagones que afectaron brutal e irreversiblemente los servidores de la empresa.
Pero tal vez la gota que derramó el vaso fue que el domingo siguiente, a una semana exactamente de haber sido recogida la concha, Carlota, la inocente y alegre recepcionista, murió ahogada con un pedazo de hueso de la pieza de pollo frito que disfrutaba con su familia en cierta franquicia de la capital.
Preocupado por esta repentina racha de mala suerte, el presidente de la compañía de seguridad informática, un fiel creyente en artes y ciencias ocultas, convocó a cierto chamán aborigen famoso por sus trabajos corporativos para que dispensara una visita en la madrugada del lunes al malhadado lugar.
Nada más poner un pie en las oficinas, el chamán tembló violentamente como respuesta a las vibraciones negativas que percibía y de su boca comenzó a brotar espuma blanca. Justo cuando el presidente de la compañía pensaba que "peor había sido el remedio que la enfermedad", el chamán volvió en sí.
Y, pese a que nunca había estado en la empresa, caminó con paso decidido hacia el cubículo de Marta Hernández, tomó la concha marina y la empuñó hasta convertirla en polvo. Sin dar mayores explicaciones, el chamán confirmó que su trabajo estaba hecho.

(música incidental)

Minutos después de comenzado el turno matutino de ese lunes, un importante cliente se apersonó en las oficinas para firmar un contrato milmillonario. Igualmente se supo que cierto soborno que se había pagado a un juez para que brindara una decisión favorable en una demanda contra el gobierno había dado resultado.
No fue sino hasta el mediodía cuando Marta Hernández comenzó a preguntar por su desaparecida concha marina. Fue de cubículo en cubículo, persona a persona, interrogando detenidamente acerca del paradero de su preciada concha. Cuando le tocó el turno al presidente de la compañía, éste le respondió con un sepulcral...

(música de suspenso)

silencio...
Pese a que todavía hoy nadie puede asegurar a ciencia cierta la relación entre la concha marina y la mala suerte en esta compañía de seguridad informática, ni la relación entre la desaparición de la concha y el retorno a la normalidad, los directivos de la empresa informática han tomado, con salomónica sabiduría, una decisión tajante:

(acordes agresivos)

queda terminantemente prohibido a todos los empleados ingresar en la compañía con cualquier tipo de souvenir vacacional, por pequeño que éste sea.