jueves, diciembre 28, 2006

Un comentario sobre el escándalo de pornografía juvenil y buhoneril en Caracas

El día de ayer debe haber sido uno de los más felices para la gente de circuito noticas de unión radio. Después de tragar el revés electoral y, sobre todo, de tener que defenderse estas dos últimas semanas con entrevistas a sicólogos infantiles acerca de qué hay que regalarle a los niños, cómo manejar la depresión de las fiestas navideñas y qué podríamos hacer para que nuestros propósitos de año nuevo no se diluyeran en la misma demagogia de siempre, al fin consiguieron una noticia.

Tal como informa Reuters en esta nota fue el operativo, con investigación, inteligencia, decomisos y demás, todo por causa de un lote de video pornográficos protagonizados por jóvenes estudiantes de secundaria, grabados "en locación" en institutos educativos públicos y privados.

Sin embargo hoy, cuando hay que seguirse aferrando a la solitaria noticia, comenzamos a observar uno de nuestros problemas como sociedad resurgiendo para la ocasión, la manía de hacernos las preguntas menos provechosas y más puritanas.

Enseguida los sicólogos, sexólogos, defensores de los derechos del niño y demás comenzaron a plantear este asunto como si a esos pobres jóvenes los hubieran obligado, fusil en la sien, a efectuar actos lascivos frente a las cámaras, los pobres fueron violados, desvirgados, expuestos a una realidad innota para ellos. ¡Qué fácil es proyectar nuestros prejuicios!

Para nosotros la cosa es un tanto más simple. Acá hay un delito, claro, la explotación, la comercialización de estos videos con nula participación monetaria para sus protagonistas pero, ¿el acto sexual en sí mismo?

Sociedad venezolana, por favor, ha llegado el siglo XXI.

Para bien o para mal, sí, eso es lo que hacen nuestros jóvenes cuando van a estudiar casa de un amigo, cuando se jubilan de clases, cuando van a una actividad extracátedra. En una cultura en la cual es sexo es eje, el sexo el símbolo de status, el sexo es el rito de paso más accesible y el socializador más importante, cada vez las edades de iniciación sexual bajan.

Los entrevistados hablan de volver sexualmente responsables a los jóvenes que salen en los videos y ya fueron identificados como si los fueran a meter en un salón de clases y volvieran con el ladrillo de la parte fisiológica del sexo.

Como si la fantasia, como si el deseo, la curiosidad, ni la mente existieran. Como si la tentación permanente y los anticuerpos casi nulos no fuera un hecho.

Rafael Fuenmayor e Idania Chirinos se trenzaron en una de a-ver-quién-se-escandaliza-más cuando Fuenmayor le explicaba que cómo era posible eso de las carátulas de las películas pornográficas expuestas en plena vía pública porque "ya saben lo que tienen esas carátulas" e Idania parecía anunciar el fin del mundo con cada exclamación exagerada.

¿Será que llegó el momento de darle a los jóvenes nuevas herramientas para decodificar los mensajes sexuales de la cultura? ¿Será que podemos entender que mientras nos perdamos de la esencia de las cosas iremos del mal a peor? ¿Será que ahora nos vamos a pelear por tirar la primera piedra?

Ya algunos funcionarios comenzarona apuntar veladamente hacia las sexshops y otros negocios de productos eróticos que poco o nada tienen que ver con este asunto. Pero es que de esto están hechas las revoluciones absurdas y espasmódicas, de ataques repentinos de moralismo, justicia o tergiversadas interpretaciones de éstas pero, muy importante, sin tocar las problemáticas de fondo.

El ministro de educación dijo tener funcionarios para ocuparse de la situación. ¿De cuál situación? ¿Se prohibirá el dese? ¿Las grabaciones sexuales privadas?

No hay que permitir distracciones en esta investiogación: a los explotadores que los enjuicien y a los jóvenes a comprenderlos en sus nuevas realidades y no en las idealizaciones paternas.

¡Salud!

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