Cuando Mahalia Jackson dice Lord: un poema de Armando Rojas Guardia
reservándole a esta nítida palabra
la nota más pura de la voz,
yo enseguida lo comprendo: sé que allí,
en la negrura abismal de su garganta,
sangra la única carne que me importa,
el cuerpo amado hasta dolerme,
mi hijo ajusticiado, hermano íngrimo,
padre a quien engendra mi ternura,
mi Señor que apaleo, último amigo
al filo de la noche, en plena duda,
por debajo del asco y la vergüenza
y más allá del estruendo de la dicha,
porque no hay otro amor, otra respuesta:
apenas sus dos ojos que me otean,
sus oídos que me auscultan,
ese tacto inasible despertándome
a la pulpa redonda de mí mismo
cuando nada me importa, excepto Él
arrinconado allá (desván o sótano)
junto al soldado de goma y la muñeca
payaso en el circo de los locos,
camarada del poeta y de la puta,
príncipe de flores y leprosos,
majestad harapienta, Dios proscrito
a quien unos cuantos, negra tribu,
llamamos con ronquísima dulzura
compañero.
Etiquetas: armando rojas guardia, Escritura creativa, literatura venezolana, poesía