Un comentario sobre el 23 de enero de 1958
La fuerza armada, que había convertido en eje y palanca de su proyecto había sido "depurada" y los controles se estrechaban...
¿Cómo podían sus camaradas, sus amigos, los miembros de la camarilla a la que enriqueció y convirtió en poder hegemónico conspirar con los aprendices de comunistas dirigidos por Betancourt?
Lo cierto es que pudieron, lo hicieron y en la mala hora, en el momento del dilema, cuando se decide seguir el camino trágio -con posible inmolación- del héroe o la escapada del cobarde, Pérez Jiménez, explicación mediante, entendió lo que un cercano colaborador le decía: "marquitos, pescuezo no retoña, vámonos"...
Y se fue...
Dejando apenas la estela, los inmigrantes y un profundo rencor del pueblo por esos grandes privilegiados que suelen ser los componentes del estamento militar...
Y murió un día en Madrid y apenas si nos acordábamos...
Y la historia, como diría el Otro, está condenada a repetirse, como tragedia o como farsa...
¡salud por la democracia!
Etiquetas: En este país, Reflexión sobre Venezuela
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