martes, enero 23, 2007

Un comentario sobre el 23 de enero de 1958

Después de sofocar el levantamiento de Año Nuevo, Pérez Jiménez, pese a los focos cada vez más fuertes de disidencia y la huelga que se le venía encima, seguramente estaba más tranquilo...

La fuerza armada, que había convertido en eje y palanca de su proyecto había sido "depurada" y los controles se estrechaban...

¿Cómo podían sus camaradas, sus amigos, los miembros de la camarilla a la que enriqueció y convirtió en poder hegemónico conspirar con los aprendices de comunistas dirigidos por Betancourt?

Lo cierto es que pudieron, lo hicieron y en la mala hora, en el momento del dilema, cuando se decide seguir el camino trágio -con posible inmolación- del héroe o la escapada del cobarde, Pérez Jiménez, explicación mediante, entendió lo que un cercano colaborador le decía: "marquitos, pescuezo no retoña, vámonos"...

Y se fue...

Dejando apenas la estela, los inmigrantes y un profundo rencor del pueblo por esos grandes privilegiados que suelen ser los componentes del estamento militar...

Y murió un día en Madrid y apenas si nos acordábamos...

Y la historia, como diría el Otro, está condenada a repetirse, como tragedia o como farsa...

¡salud por la democracia!

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