lunes, diciembre 04, 2006

Un par de mitos con los cuales debe lidiar la sociedad venezolana después del 3D

En lugar de estar fantaseando con el supuesto socialismo del siglo XXI cuyas únicas propuestas han girado en torno a cambiar el nombre a subsidios tradicionales d elos gobiernos puntofijistas y generar estructuras que otorguen el poder indefinidamente a una persona, los venezolanos, chavistas y opositores, debemos lidiar con algunos mitos para poder convivir.

Tal vez hayan más, pero estos son los que primero que me aparecen en un fugaz repaso de este período que se inició con el triunfo del presidente Chávez en '98:

1)El mito de la destrucción: como humanidad compartimos esa imagen de un cataclismo -fuego, diluvio o elección- que acabará con todo lo malo, lo terrible para comenzar una nueva era. La realidad es que ni el triunfo del presidente ayer acaba con los opositores ni el triunfo que logrará en un futuro la oposición acabará con los chavistas. Debemos reconocernos como mayorías y minorías y conocer y comprender al otro. Saber que Venezuela es de todos y que, en cierta manera, cada uno de nosotros actúa de la forma en la cual cree aporta más al país.

2)El mito "Chéjov": el maestro ruso decía que él escribía cuentos "sin trama y sin final" y así parece que vivimos acá, como en un tiempo mítico, donde no hay ordenación temporal de sucesos y no hay trama: presentación, nudo y desenlace. No entendemos el crecimiento de la pobreza como una larga presentación, creemos que el nudo es Chávez se queda o se va y ayer algunos de lado y lado vieron desenlace. Eso sería truncar la historia y la Historia. Seguimos en el nudo de reencontranos como país, de buscar la forma de responder a las necesidades de la población, de vender una idea de Venezuela. Por ahora hay juego trancado, nadie puede patear la mesa y echar la piso las piedras. El desenlace deberemos construirlo paso por paso, con la valoración de los resultados de ayer ambos bandos pueden comenzar.

3)El mito de la "historia sin fin": este es, particularmente, para los opositores. Después del 15 de agosto del 2004 quedó esa incómoda sensación de incertidumbre, de vacío por las denuncias de fraude. Como cuando se tiene un familiar extraviado y no se ha encontrado el cadáver. Lo damos por muerto, pero pensamos que tal vez aparecerá, cuando menos lo esperamos, cuando estamos a punto de olvidarlo. La historia llegó a un punto de inflexión ayer: perdimos. Encontramos el cadáver. La verdad aunque apeste, como diría Luis Carlos Díaz. Lo cual no quiere decir que: a)no se van a denunciar las irregularidades; b)no se buscará la diferencia real que parece un tanto abultada; c)no se seguirá luchando
para demostrar que, casi a partes iguales, Venezuela es roja, rojita y multicolor, multicolorcita.

Esperamos que estas notas sirvan para la reflexión y el envión que se necesita para continuar.

Hay quienes juegan a fugas exageradas y desproporcionadas. Un país, una patria bien vale una lucha.

Salud!

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