Un recuerdo literario: el crítico Pablo Valdivia Orozco evoca a Roberto Bolaño y los talleres literarios de los '70
"Creo que es imposible entender a Bolaño sin ubicarnos en el ámbito de los talleres literarios de los años 70. Ese es un fenómeno muy específico y latinoamericano que ninguna generación anterior a ellos tuvo y que ahora lo tenemos de manera diferente, pero no tiene la importancia que tuvo en esa época. Si revisas la primera página de Estrella distante aparece un personaje que cuenta: `Hablamos mucho: no sólo de poesía, sino de política, de viajes, de pintura, de arquitectura, de fotografía, de revolución y lucha armada’. El taller literario era el lugar donde se formaba la conciencia política, era un sitio central en la política discursiva de la juventud latinoamericana, es decir, mayo del 68 en América Latina; sin los talleres literarios no se da, simplemente, no se produce.
Estos talleres fueron una fábrica de sueños, esperanzas, discursos y soluciones, de utopías. La utopía en América Latina se pensó en esas reuniones que eran el espacio donde proyectar todo esto, por eso fueron tan cruciales. Otro punto es que hay mucha gente que se quedó en eso, leyendo 2666 me di cuenta de la evolución del autor. La única parte donde no hay referencias literarias es en la de la matanza en Sonora, que es periodística, eso fue el infierno para él y allí los talleres literarios no tienen nada que decir, la realidad se nos salió de las manos.
Por eso, él desarrolla estos personajes peculiares que se quedaron en el tiempo, condenados por la fase de Marx que dice que la historia se repite una vez como tragedia y otra vez como comedia. Porque la izquierda tradicional no tiene absolutamente nada que decir, cita constantemente cosas como Angola, Yugoslavia que es un gran dolor de cabeza para la izquierda porque los serbios terminaron construyendo campos de concentración. En ese momento la brújula que marcaba: izquierda-buenos, derecha-malos estalló y Bolaño lo percibió muy bien. Esa generación de desesperados, que venden marihuana para comprarse libros, es su fuente de inspiración".
(el nacional)
Estos talleres fueron una fábrica de sueños, esperanzas, discursos y soluciones, de utopías. La utopía en América Latina se pensó en esas reuniones que eran el espacio donde proyectar todo esto, por eso fueron tan cruciales. Otro punto es que hay mucha gente que se quedó en eso, leyendo 2666 me di cuenta de la evolución del autor. La única parte donde no hay referencias literarias es en la de la matanza en Sonora, que es periodística, eso fue el infierno para él y allí los talleres literarios no tienen nada que decir, la realidad se nos salió de las manos.
Por eso, él desarrolla estos personajes peculiares que se quedaron en el tiempo, condenados por la fase de Marx que dice que la historia se repite una vez como tragedia y otra vez como comedia. Porque la izquierda tradicional no tiene absolutamente nada que decir, cita constantemente cosas como Angola, Yugoslavia que es un gran dolor de cabeza para la izquierda porque los serbios terminaron construyendo campos de concentración. En ese momento la brújula que marcaba: izquierda-buenos, derecha-malos estalló y Bolaño lo percibió muy bien. Esa generación de desesperados, que venden marihuana para comprarse libros, es su fuente de inspiración".
(el nacional)
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