Twitter e Irán, según Manuel Felipe Sierra
(vía el nacional, publicado hoy 19/6/09)
Hace treinta años, por estos días Irán vivía el estremecimiento de la "revolución inédita". Grandes marejadas humanas recorrían las calles de Teherán y se postraban ante el ayatolá Jomeini. El profeta chiita había tomado el poder por un milagro de las masas. Un día, del subsuelo de la sociedad comenzó a emerger una sostenida protesta contra los hábitos occidentales superpuestos a la cultura islámica por Reza Pahlevi, el legendario "Sha" de Irán, quien era echado entonces de sus palacios. Jomeini abandonó el exilio parisino de Neauphle le Chateau y se reencontró en Teherán con millones de fanáticos que celebraban una reivindicación bíblica.
El 1 de abril de 1979 se proclamó la República Islámica.
Cobraba fuerza una revolución al revés, que renunciaba a los cambios materiales e imponía las costumbres derivadas de una lectura más que dogmática del Corán. Pero Jomeini era más que el jefe espiritual y político del viejo imperio persa. Su mensaje prendió en las mayorías chiitas de todo el Medio Oriente.
Desde 1989 el ayatolá Jamenei, heredero de Jomeini, preside la Asamblea de Expertos, un grupo de 86 clérigos que tutelan el poder político. Ejerció la presidencia de la nación entre 1981 y 1989.
Jamenei tiene ahora en sus manos una salida al conflicto que sacude a su país desde el sábado 13, cuando los resultados que favorecieron la reelección de Mahmud Ahmadinejad fueron impugnados y rechazados por su contendor, Mir Hussein Musavi, mediante violentas acciones populares. De nuevo, los iraníes hacen suyas las calles como tres décadas atrás.
La gestión de Ahmadinejad ha estimulado un cuadro económico explosivo con una alta inflación, y se denuncia una represión masiva contra los jóvenes, las mujeres y una vigorosa clase media.
Es posible que la repetición parcial de los comicios ratifique la victoria de Ahmadinejad. Al margen de ello, ha quedado en evidencia una fractura insalvable entre los factores políticos.
No están en juego los valores religiosos ni siquiera el plan nuclear que amenaza la paz del mundo. Lo que está en el fondo de la crisis es una disputa de poder entre el liderazgo tradicional de los ayatolás y una sociedad que busca la democracia y la modernidad. Un combate entre el chador, que humilla a las mujeres, y el novedoso Twitter, que emblematiza las nuevas rebeliones contra el autoritarismo.
Hace treinta años, por estos días Irán vivía el estremecimiento de la "revolución inédita". Grandes marejadas humanas recorrían las calles de Teherán y se postraban ante el ayatolá Jomeini. El profeta chiita había tomado el poder por un milagro de las masas. Un día, del subsuelo de la sociedad comenzó a emerger una sostenida protesta contra los hábitos occidentales superpuestos a la cultura islámica por Reza Pahlevi, el legendario "Sha" de Irán, quien era echado entonces de sus palacios. Jomeini abandonó el exilio parisino de Neauphle le Chateau y se reencontró en Teherán con millones de fanáticos que celebraban una reivindicación bíblica.
El 1 de abril de 1979 se proclamó la República Islámica.
Cobraba fuerza una revolución al revés, que renunciaba a los cambios materiales e imponía las costumbres derivadas de una lectura más que dogmática del Corán. Pero Jomeini era más que el jefe espiritual y político del viejo imperio persa. Su mensaje prendió en las mayorías chiitas de todo el Medio Oriente.
Desde 1989 el ayatolá Jamenei, heredero de Jomeini, preside la Asamblea de Expertos, un grupo de 86 clérigos que tutelan el poder político. Ejerció la presidencia de la nación entre 1981 y 1989.
Jamenei tiene ahora en sus manos una salida al conflicto que sacude a su país desde el sábado 13, cuando los resultados que favorecieron la reelección de Mahmud Ahmadinejad fueron impugnados y rechazados por su contendor, Mir Hussein Musavi, mediante violentas acciones populares. De nuevo, los iraníes hacen suyas las calles como tres décadas atrás.
La gestión de Ahmadinejad ha estimulado un cuadro económico explosivo con una alta inflación, y se denuncia una represión masiva contra los jóvenes, las mujeres y una vigorosa clase media.
Es posible que la repetición parcial de los comicios ratifique la victoria de Ahmadinejad. Al margen de ello, ha quedado en evidencia una fractura insalvable entre los factores políticos.
No están en juego los valores religiosos ni siquiera el plan nuclear que amenaza la paz del mundo. Lo que está en el fondo de la crisis es una disputa de poder entre el liderazgo tradicional de los ayatolás y una sociedad que busca la democracia y la modernidad. Un combate entre el chador, que humilla a las mujeres, y el novedoso Twitter, que emblematiza las nuevas rebeliones contra el autoritarismo.
Etiquetas: Tela de araña, twitter, web 2.0
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