Un análisis de Luis García Mora sobre la situación interna y externa que enfrenta el candidato-presidente Hugo Chávez
"Los comentarios, esta semana, confluían amigo lector en una sola dirección: Rosales puede cruzar la curva.
Y son las proyecciones del Gobierno: que Rosales termine con más votos que Chávez.
Pero, ¿cómo cobra? Existe el temor del fraude electrónico.
De manera que el problema es que le entreguen. Y aquí entra el tema militar, ¿se alza Chávez?.. ¿Si se cruzan las curvas habría una situación insurreccional?
Quizá sea ese el problema real que está planteado en Venezuela: el clima de crispación polarizada. Que podría acentuarse.
Junto con otro problema grave, también: la inexistencia de un mecanismo de comunicación política entre el posible presidente saliente y el entrante. La comunicación política ha sido destruida radicalmente por el propio mandatario nacional. ¿Entonces, cómo se cruza el río?
En Miraflores se acrecienta la preocupación existente. Porque a Chávez se le puedan intensificar sus dos problemas fundamentales: el de la división de sus partidarios, y el de no poderse acercar a la gente.
Y ambos acicateados por la convicción de que pudieran estar comenzando a entrar en un escenario defensivo. Lo que, por supuesto, es una realidad desconocida por ellos durante mucho tiempo. La última vez que Chávez estuvo a la defensiva fue el 11-A y cuando lo regresaron con el crucifijo apretado contra el pecho pidiendo conmiseración y ofreciendo un acto de contrición.
Falso, por lo demás. Porque de ahí en adelante la historia reciente lo que recoge es a un Chávez enfermizamente agresivo, prepotente, colocado de manera hegemónica sobre todas las decisiones políticas del país. Y trasladando una conducta similar a las relaciones internacionales, y a la llamada "diplomacia del caqui". Por lo ordinaria.
Tanto, que en lo que se refiere a Estados Unidos, por sólo nombrar al conflicto principal, ya una encuesta Gallup ABC y CBS --hecha luego del desafortunado discurso en la ONU, que llevó a un observador a decir: "Al oír a Chávez, uno oye la voz odiosa e histérica de la barbarie"-recoge que 88% del pueblo norteamericano lo rechazó y que otro porcentaje inquietante: 53% desearía medidas severas y definitivas contra "la amenaza venezolana".
Y en ese blanco junto con Bin Laden y Kim Jong Il con su amenaza atómica declarada y el ayatolah iraní, es que este Presidente ahora vestido de azul se mueve, como pajarito en alambre: impactado. Porque tampoco en México, Perú y Brasil ha tenido éxito. Ni en Nicaragua y Ecuador, donde con toda seguridad habrá una segunda vuelta y pueden perder Ortega y Correa, respectivamente.
Por lo que no saliéndole las cosas bien, el chavismo ha tenido que cambiar su estrategia y ni de vaina fue a la Bolivia incendiada de Morales, enviando en su lugar a su Talleyrand, Nicolás Maduro.
Y sin abrir el pico con relación al ecuatoriano, que le teme a esa boca. Como todos. Hasta a sus seguidores en el Gobierno que de alguna manera le han amordazado ese estúpido discurso guerrerista que nos pone a todos al borde del abismo, sin necesidad.
Ya que hay datos de la realidad que no pueden seguir viendo dentro de esa idea de "invencibilidad" que habían internalizado e intentado venderle al país.
No hay Chávez de teflón. Ya las cosas no se le deslizan, lo horadan.
Y el excitante vínculo con los sectores que lo apoyaban se resintió. Y duramente.
Por lo que han tenido que relanzarlo todo. Dado lo rocambolesco de la situación. Del trastorno que les ha significado Rosales.
Chávez está perdiendo el voto duro (comprometido, movilizable), que se ha reducido a 25% del electorado, junto con otras varias catástrofes: 95% de los chavistas críticos apoya la tarjeta Mi Negra. Y Chávez descendió levemente para ubicar su apoyo en 49% (Keller).
Lo que para algunos sólo significa que si Rosales radicaliza más a fondo su propuesta de reforma estructural socioeconómica, de aquí a diciembre pudiera pegárselo.
Porque además la oferta de Rosales de repartir en forma de bono los recursos que está generando Pdvsa es aprobada por 88% de los venezolanos.
Lo que expresaría que simplemente se quiere que a esto se le pase la palanca y se le quite a Chávez la chequera petrolera, multibillonaria. De la que dispone como si fuera únicamente de él y los de su partido. Y se le entregue al país.
Rosales con su propuesta tocó el ganglio de la corrupción. Por lo que cómo no va Chávez a pedir tiempo. Time. Impactado. Si hasta una consulta que mandó a hacer Miraflores a la base chavista reflejó la ruptura (que registran los demás expertos) de la conexión con los no alineados, los ni-ni: aproximadamente 40% de los venezolanos.
Que es lo que hay detrás de este retroceso brutal. De este azul. Y ahora urgente necesidad de matizar ese rojo matón con este elemental makerting.
Y es más: con un oportunismo violento. Sólo se necesitó que desde el bando adver sario alguien dijera: "Basta de estar en rojo", destacando las cifras de inseguridad con el color rojo, una silueta y una pistola, para que dijeran el problema es el rojo.
Ante la caída brutal de credibilidad. Porque sí: la inseguridad es roja. El crimen es rojo. Las armas, los cañones, las ametralladoras, el comunismo. El crimen no es azul. Ni la inseguridad, ni la mentira.
¿Cómo se borra todo eso? O mejor dicho, lo que sería en realidad la pregunta que habita que en esta violenta conversión: ¿Cómo borrarlo todo?" (el nacional)
Y son las proyecciones del Gobierno: que Rosales termine con más votos que Chávez.
Pero, ¿cómo cobra? Existe el temor del fraude electrónico.
De manera que el problema es que le entreguen. Y aquí entra el tema militar, ¿se alza Chávez?.. ¿Si se cruzan las curvas habría una situación insurreccional?
Quizá sea ese el problema real que está planteado en Venezuela: el clima de crispación polarizada. Que podría acentuarse.
Junto con otro problema grave, también: la inexistencia de un mecanismo de comunicación política entre el posible presidente saliente y el entrante. La comunicación política ha sido destruida radicalmente por el propio mandatario nacional. ¿Entonces, cómo se cruza el río?
En Miraflores se acrecienta la preocupación existente. Porque a Chávez se le puedan intensificar sus dos problemas fundamentales: el de la división de sus partidarios, y el de no poderse acercar a la gente.
Y ambos acicateados por la convicción de que pudieran estar comenzando a entrar en un escenario defensivo. Lo que, por supuesto, es una realidad desconocida por ellos durante mucho tiempo. La última vez que Chávez estuvo a la defensiva fue el 11-A y cuando lo regresaron con el crucifijo apretado contra el pecho pidiendo conmiseración y ofreciendo un acto de contrición.
Falso, por lo demás. Porque de ahí en adelante la historia reciente lo que recoge es a un Chávez enfermizamente agresivo, prepotente, colocado de manera hegemónica sobre todas las decisiones políticas del país. Y trasladando una conducta similar a las relaciones internacionales, y a la llamada "diplomacia del caqui". Por lo ordinaria.
Tanto, que en lo que se refiere a Estados Unidos, por sólo nombrar al conflicto principal, ya una encuesta Gallup ABC y CBS --hecha luego del desafortunado discurso en la ONU, que llevó a un observador a decir: "Al oír a Chávez, uno oye la voz odiosa e histérica de la barbarie"-recoge que 88% del pueblo norteamericano lo rechazó y que otro porcentaje inquietante: 53% desearía medidas severas y definitivas contra "la amenaza venezolana".
Y en ese blanco junto con Bin Laden y Kim Jong Il con su amenaza atómica declarada y el ayatolah iraní, es que este Presidente ahora vestido de azul se mueve, como pajarito en alambre: impactado. Porque tampoco en México, Perú y Brasil ha tenido éxito. Ni en Nicaragua y Ecuador, donde con toda seguridad habrá una segunda vuelta y pueden perder Ortega y Correa, respectivamente.
Por lo que no saliéndole las cosas bien, el chavismo ha tenido que cambiar su estrategia y ni de vaina fue a la Bolivia incendiada de Morales, enviando en su lugar a su Talleyrand, Nicolás Maduro.
Y sin abrir el pico con relación al ecuatoriano, que le teme a esa boca. Como todos. Hasta a sus seguidores en el Gobierno que de alguna manera le han amordazado ese estúpido discurso guerrerista que nos pone a todos al borde del abismo, sin necesidad.
Ya que hay datos de la realidad que no pueden seguir viendo dentro de esa idea de "invencibilidad" que habían internalizado e intentado venderle al país.
No hay Chávez de teflón. Ya las cosas no se le deslizan, lo horadan.
Y el excitante vínculo con los sectores que lo apoyaban se resintió. Y duramente.
Por lo que han tenido que relanzarlo todo. Dado lo rocambolesco de la situación. Del trastorno que les ha significado Rosales.
Chávez está perdiendo el voto duro (comprometido, movilizable), que se ha reducido a 25% del electorado, junto con otras varias catástrofes: 95% de los chavistas críticos apoya la tarjeta Mi Negra. Y Chávez descendió levemente para ubicar su apoyo en 49% (Keller).
Lo que para algunos sólo significa que si Rosales radicaliza más a fondo su propuesta de reforma estructural socioeconómica, de aquí a diciembre pudiera pegárselo.
Porque además la oferta de Rosales de repartir en forma de bono los recursos que está generando Pdvsa es aprobada por 88% de los venezolanos.
Lo que expresaría que simplemente se quiere que a esto se le pase la palanca y se le quite a Chávez la chequera petrolera, multibillonaria. De la que dispone como si fuera únicamente de él y los de su partido. Y se le entregue al país.
Rosales con su propuesta tocó el ganglio de la corrupción. Por lo que cómo no va Chávez a pedir tiempo. Time. Impactado. Si hasta una consulta que mandó a hacer Miraflores a la base chavista reflejó la ruptura (que registran los demás expertos) de la conexión con los no alineados, los ni-ni: aproximadamente 40% de los venezolanos.
Que es lo que hay detrás de este retroceso brutal. De este azul. Y ahora urgente necesidad de matizar ese rojo matón con este elemental makerting.
Y es más: con un oportunismo violento. Sólo se necesitó que desde el bando adver sario alguien dijera: "Basta de estar en rojo", destacando las cifras de inseguridad con el color rojo, una silueta y una pistola, para que dijeran el problema es el rojo.
Ante la caída brutal de credibilidad. Porque sí: la inseguridad es roja. El crimen es rojo. Las armas, los cañones, las ametralladoras, el comunismo. El crimen no es azul. Ni la inseguridad, ni la mentira.
¿Cómo se borra todo eso? O mejor dicho, lo que sería en realidad la pregunta que habita que en esta violenta conversión: ¿Cómo borrarlo todo?" (el nacional)
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